Cambiar a Simón Bolívar por José María Vargas
El control electoral produce en el sistema político
efectos semejantes a los del control de cambios en el sistema financiero, el
control de precios en el sistema económico y en general, todo esquema de
control sobre el sistema al que trate de someter.
Los actores políticos se comportan, mutatis mutandi, como los agentes financieros y los factores
económicos frente a sus respectivos controles, adaptando sus conductas a las
nuevas restricciones de manera de eludir, evadir y si es posible hasta sacar
algún provecho indebido, eventualmente imprevisto por el ente controlador.
Esto hace que se implementen nuevas medidas y
contramedidas, se intenten ajustes, reformas, otras reglas cada vez más enrevesadas
y complejas cuando no contradictorias entre sí, que terminan convirtiendo todo
el sistema en una maraña incomprensible.
EL CONTROL ELECTORAL IMPLICA UN ACUERDO TÁCITO ENTRE
RÉGIMEN Y OPOSICIÓN OFICIAL
Una
peculiaridad del control electoral es el acuerdo tácito que existe entre el
régimen y su oposición oficial para no hacer mención de él en ninguna
circunstancia. En el caso del control de cambio existen normas explicitas que
prohíben, por ejemplo, hablar del dólar de libre cambio, lo que no impide que a
veces se filtre entre los comentaristas que lo aluden como “innombrable”, dólar
paralelo o dólar negro; pero en el control electoral no existen tales deslices.
Es notable como los comentaristas de la oposición oficial
eluden escrupulosamente hacer cualquier mención, ni siquiera la más leve
insinuación, de que exista algún control sobre un proceso que, de principio a
fin y a todas luces, desde su convocatoria hasta el dictado de los resultados,
está milimétricamente controlado por el régimen.
Esto nos lleva a la pregunta de cuál pueda ser la
verdadera función de un sistema electoral bajo estas condiciones. Es evidente
que una carrera de caballos en que el administrador define no solo quién va a
ganar sino quien quedara de segundo, tercero, etcétera, podrá ser un modelo
perfecto de control, pero ya no es una carrera de caballos.
EL SISTEMA ELECTORAL COMO MECANISMO CONVALIDATORIO DE
DISTRIBUCIÓN DE CARGOS PÚBLICOS
Un
sistema electoral así tampoco es con propiedad un sistema electoral, sino un
mecanismo convalidatorio de distribuciones de cargos públicos que se asignan en
otros escenarios, generalmente ocultos a la vista del público.
Ni al régimen ni a la oposición oficial le importa que el
sistema sea un engaño, porque están convencidos de que todo sistema es engañoso.
Por ejemplo, en una elección de alcaldes y concejos municipales, el régimen
quiere mantener como proporción aceptable dos a uno; pero la alternativa
democrática quiere fifty-fifty. Importa
el pulso, no el método, si negociado o competitivo. Éste o aquel no es mejor ni
peor que cualquier otro, lo que importa es el reparto. Si se consiguen los
cargos, qué más da.
APOSTAR QUE LA GENTE ES ESTÚPIDA ES LA SUPREMA
ESTUPIDEZ
Un pequeño problema es que a la gente común no le gusta
ser engañada y por alguna extraña razón, que debe estar escrita en algún recodo
de la naturaleza humana, se molesta muchísimo cuando descubre que fue engañada
y utilizada.
Otro problema es que las distribuciones que se hacen
alrededor de una mesa de póker no reflejan la distribución de las fuerzas
políticas reales en el terreno y vienen las sorpresas cuando la realidad
termina pasando su factura.
Finalmente, apostar sobre la base de que la gente es
estúpida, es la suprema estupidez.
EL NEGOCIO ELECTORAL
El arcano que la gente común tendría que descifrar es qué
razón puede tener cada cual para participar en simulacros electorales tan
palmarios. El discurso no da ninguna pista porque es evidente que ningún
candidato o comentarista político revela abiertamente sus motivos; todo lo contrario,
su problema es cómo convertir sus ambiciones personales en algo que sea
atractivo para el elector, esto es, en “lo que le interesa a la gente”.
Por ejemplo, llaman a votar para la Asamblea Nacional
porque eso le dará un giro copernicano a la política venezolana, controlaran al
poder ejecutivo, nombraran un Consejo Nacional Electoral equilibrado, otro Tribunal
Supremo de Justicia, dictaran leyes para la salud, alimentación, el morral
escolar, etcétera.
LA CUESTIÓN ES PERMANECER EN LA PALESTRA
Nada
de esto ocurre sino todo lo contrario: el gobierno sigue haciendo lo que le da
la gana, el CNE caduco, el TSJ peor que el anterior a los magistrados fugados
del país, las leyes siguen saliendo tan rocambolescas y absurdas que ni
siquiera merecen llamarse “leyes”, las sesiones tampoco pueden llamarse
sesiones y en cuanto al parlamento, ni siquiera les conceden el derecho de
palabra; pero eso sí, en la próxima elección de presidente de la república, la
mitad de los parlamentarios son precandidatos.
Asimismo para cualquier otra elección. Los políticos
siguen la consigna leninista del revolucionario profesional y a tiempo
completo. Sirven absolutamente para todo, desde diputados a gobernadores de
cualquier estado, alcaldes de cualquier ciudad, igual miembros del parlatino
que concejales. La cuestión es permanecer en la palestra.
LOS PROCESOS ELECTORALES COMO FUENTE DE RECURSOS
En el otro extremo están las imprentas, la prensa
escrita, la radio y lo que queda de televisión, los hacedores de jingles, los
creativos y toda suerte de payasos y volatineros, los financistas, los
contribuyentes internacionales, las fundaciones, observadores y veedores, que
sin procesos electorales no podrían vivir, porque mientras haya elecciones
fluirán los recursos, en caso contrario, se seca la fuente.
Un buen ejercicio sería preguntarles a los famosos
comentaristas y hacedores de opinión el porqué están ellos en el negocio
electoral. Lo más seguro es que respondan: “es que no hay otro”. Que ellos no
pueden ni quieren promover una insurrección ni nada que signifique violencia.
Buen punto. Hasta allí el mundo perfecto.
LAS MENTIRAS DE LA OPOSICIÓN OFICIAL YA NO SON
INSULTANTES SINO PATÉTICAS
Si continúan diciendo que el voto es nuestra única arma y
que mediante ese mecanismo vamos a salir de esto, comienzan a desbarrar. Es
evidente que la cosa no ha sido así. Las mentiras de la oposición oficial para
arrear electores a la molienda electoral han dejado de ser insultantes para
volverse patéticas. Su objetivo es idéntico al del régimen: buscan legitimación
formal, a costa de quedar integrados en el dispositivo totalitario.
Las preguntas que se imponen de seguida son más controversiales.
Si no es por el voto, entonces: ¿Qué hacemos? ¿Cuál es el otro camino?
LA OPCIÓN MILITAR
Quizás el hecho más paradójico y desconcertante de la
situación venezolana actual es que mucha gente pregunte públicamente: ¿Dónde
están los militares? Y otros hasta los convocan audazmente para que restablezcan
el orden constitucional. Claman por una intervención militar, pero ¿qué más van
a intervenir los militares?
SE CONVOCA A LOS MILITARES Y ÉSTOS YA ESTÁN EN TODAS
PARTES
Como si no fuéramos capaces de mirar alrededor y ver que
todos los cargos relevantes están ocupados por militares. Si se hiciera la
lista de poderes públicos, institutos autónomos, empresas del estado, bancos,
fondos, fundaciones, dirigidos por militares, habría que incluirlos a todos, sin
olvidar gobernaciones.
Si usted comienza a nombrar militares que están en
funciones de dirección política, dando discursos y declaraciones francamente
deliberantes, en completa discordancia con su condición de militares, activos o
en condición de disponibilidad y retiro, no terminaría nunca, porque los muchos
que desertan del país son rápidamente sustituidos por otros todavía más escandalosos.
Todo esto sin contar los que realizan actividades subterráneas,
encubiertas, de inteligencia, contrainteligencia, guerra sucia, desinformación,
narcotráfico y todos los tráficos, contactos con el foro de Sao Paulo, guerrillas,
mafias rusa, china, árabe, terrorismo internacional y crimen organizado
transnacional.
LOS MILITARES SE COMPORTAN COMO DEUDORES MAULAS
De manera que en este particular los militares se
comportan como esos deudores maulas que cuando les van a reclamar los créditos
vencidos contestan que el problema es que no les han prestado lo suficiente,
que si les dieran más dinero ellos podrían invertir, producir y eventualmente
pagar lo que deben; pero si no les prestan, todo estará perdido.
El dilema es si tirar a pérdida lo que ya se prestó o
arriesgar todavía más, sin ninguna esperanza de que haya rectificación,
recuperación y eventual retorno.
LOS MILITARES, CON TODO EL PODER, TIENEN AL PAÍS VUELTO
UN FLEQUERO
Los militares, con todo el poder, tienen al país vuelto
un flequero; pero cuando se les reclama su cuota de responsabilidad, responden
que necesitan más poder. Pero así como no se puede confiar en aquel deudor
maula, porque el que falló una vez, volverá a fallar; así tampoco se puede creer
en estos militares, como bien decía Churchill: “La política es algo tan serio
que no se le puede confiar a los militares”. Y se estaba refiriendo a los
militares anglosajones, no a los del mar Caribe.
LA SOCIEDAD CIVIL TIENE SU CITA CON LA HISTORIA Y NO PUEDE FALTAR
En conclusión: la sociedad civil venezolana tiene su cita
con la historia y no puede faltar por ningún motivo. Aquí no vale excusa, subterfugio,
ni justificación, por sofisticados y seudo intelectuales que sean.
Los militares no pueden gobernar al país entre otras
cosas porque esa no es su función, no están preparados para eso y han
demostrado históricamente que no lo hacen bien; la orientación política,
económica y cultural de una sociedad tiene que estar en cabezas civiles, que es
lo que se llama “civilización”; lo otro es “barbarie”.
PERO PARA ESO TIENE QUE DESPRENDERSE DE PATERNALISMOS Y TUTELAS
Pero para eso la sociedad civil tiene que emanciparse,
ponerse los pantalones largos, desprenderse de paternalismos y tutelas,
sostenerse y caminar sobre sus propios pies.
CAMBIAR A SIMÓN BOLÍVAR POR JOSÉ MARÍA VARGAS
Esto implica derribar estatuas de hombres a caballo a
favor de próceres civiles; terminar con mitos de guerras y efemérides de
batallas a favor de las creaciones del intelecto; abolir la exaltación súbita
de la revolución a favor de la producción lenta y pausada que sólo se fragua en
paz. Cambiar a Simón Bolívar por José María Vargas.
Decirlo no es fácil; pero lo realmente difícil es hacerlo,
íntimamente, en el corazón.
Luis Marín
10-11-13
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