lunes, octubre 31, 2005

A CLEMENTINA EN SU NUEVO CUMPLEVIDA



Quien siembra en la vida enjambres de ternura, nunca se marcha. Se queda enhebrada en la memoria, en los días, en los espacios abiertos por donde regresa con la brisa, la canción de los sapitos o el bullicio de alas de los pájaros cuando retornan en las tardes a sus nidos.

Así es Clementina. Apenas un susurro que dejó risas y algarabías, para bordarle a los días manjares de amor. Apenas un paso leve, imperceptible que sin embargo, siempre camina en dirección al mañana. Apenas un suspiro que tiene en su interior la fuerza gigante de los vendavales.

Así es Clementina. Apenas una flor con fortaleza de bosque, serenidad de arbola, estructura de samán. Apenas un regazo donde cabe toda la esperanza de los floricultores de hazañas.

Su vida es un tiempo de mariposas que se mecen al ritmo de un corazón usurpado de luceros. Un fogón a medio encender que sin embargo no cesa jamás de repartir sus acemas aliñadas de caricias que aún no florecen.

Su paso es como el espiral de una caracola, que contiene en su interior la nervadura exacta del agua. Su espacio es como si habitara en los vaivenes de un corno, para salir siempre en adagio majestuoso hacia los confines de un sol mayor.

Conocemos su regazo, abrigamos sus diminutas manos que alguna vez dibujaron piruetas sobre una pianola antigua. Escuchamos el diapasón exacto de sus vocales y recorrimos sus caminerías de sueños e ilusión.

Nos acompañó siempre en cada estación en la que le correspondía convocar a su hermano Pío, para hacer la memoria de los tiempos que vendrán. Vimos como fue haciendo el registro de sus días vividos en la hacienda El Callao, que supo de ese rubor adolescente que no ha perdido jamás.

Y un buen día de septiembre, del cual nos previno desde hace mucho, regresó a sus lares de siempre tal vez para irse, como Pío, con los titiriteros de la noche.

Hoy deben estar festivos en El Callao celebrando su nuevo cumplevida. No estamos ausentes, como no lo hemos estado desde que la conocimos por primera vez. Por el contrario, nos hemos estacionado en el pliegue de su vestido, en el espacio de sus latidos, en el antebrazo izquierdo de sus exhalaciones y en el dintel de sus párpados, para festejarla.

Y hoy le llevamos de nuevo viandas hechas de jazmines, un membrillar de confituras y un despliegue de papagayos. Y nos traemos para el vuelo que nos queda el bullicio de su despertar jardinero y el prodigio de su silencio germinado de porvenires.

31 de octubre del 2005
cumpleaños de clementina tamayo

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